El algodón es la fibra natural textil más extendida por el mundo por sus indudables propiedades: el tejido de algodón es suave, esponjoso y duradero, permeable al aire y fresco; absorbe muy fácilmente la humedad y regula la temperatura corporal, por lo que se utiliza principalmente en la ropa de las zonas cálidas y húmedas del planeta. En Occidente, se utiliza en todo tipo de prendas, desde vaqueros, camisetas, ropa de deporte o en mantelerías, pasando por la ropa de trabajo especializada.
El lavado del algodón, tanto si está teñido como si no lo está, debe hacerse siempre con agua a una temperatura inferior a los 30º y preferentemente con un jabón neutro. Si el tejido es de color o con estampados, es preferible lavarlo del revés para que no se dañe ni destiña.
¡No olvides separar antes las prendas de color de las blancas!
El secado debe realizarse al aire (que ahora es tendencia en el extranjero con el nombre de sundrying; pero que en España conocemos desde siempre, a causa de nuestro buen clima). El tejido no sufre; y nosotros no contaminamos casi y consumimos menos energía (¡que ahora está por las nubes!). Es necesario evitar la secadora siempre que podamos, además de por el alto consumo energético, por el desgaste de los tejidos: la fibra se puede ir desprendiendo con el roce con las demás prendas y las altas temperaturas. Además, existe el riesgo de encogimiento, si la temperatura es excesiva.
El planchado del algodón se hará con una temperatura media-alta, dependiendo lo gruesa que sea la tela. No hay que utilizar nunca la temperatura más extrema, pues la tela se puede quemar. Para minimizar el peligro si las arrugas no salen, será mejor planchar la prenda del revés. Con el algodón se puede utilizar el vapor de la plancha, lo que da muy buen resultado para eliminar las arrugas persistentes. Un truco para planchar menos o a menor temperatura es tender la prenda estirada en una percha antideslizante, y alisar las arrugas con la mano. ¡A veces podemos prescindir totalmente de la plancha!
Últimamente ha vuelto con fuerza el uso del almidón, que es la fécula del maíz: sirve para devolver la forma y dar apresto a los tejidos de algodón. Esta técnica era muy conocida por nuestras bisabuelas, pero está conociendo un resurgimiento desde hace tiempo. Se utiliza para dejar rígidos los cuellos y puños de las camisas o para planchar mejor las prendas. Si no quieres comprarlo en una tienda, puedes probar a elaborarlo en casa, ya que es muy fácil: solo necesitarás maicena y agua.
Las prendas de algodón se suelen arrugar si están largo tiempo en un armario, así que para su almacenamiento, será necesario doblarlas cuidadosamente (en cajas y cajones rectangulares, o en rollos); o colgarlas en perchas con suficiente espacio entre sí para que respiren y no se rocen unas con otras. Cuando lleves mucho tiempo sin ponerte una prenda de algodón, sácala con antelación para que retome su forma.